El Liverpool, que llegaba agrandado por la victoria en el Santiago Bernabéu fue un fantasma ante uno de los equipos más débiles de la liga inglesa. De tal manera, permitió que el Middlesbrough obtuviera un triunfo después de 14 partidos y perdió la oportunidad de acercarse al líder Manchester United.
Por Joaquín Cavanna.-
Middlesbrough-Liverpool (2-0).
Si algún simpatizante pesimista del Real Madrid desea recuperar un poco de esperanzas para el partido de vuelta de los octavos de final de la Champions, deberá observar lo que le ocurrió al Liverpool en Riverside.
No estuvo presente la mejor versión de Raúl, ni siquiera apareció un Robben intratable en la banda derecha. Mucho menos salió a la luz la garra de Lass y Gago en el centro del campo. Pero el conjunto Red encontró un rival que le castigó con su propia medicina, a base de un buen juego colectivo y la falta de vergüenza.
El Liverpool fue absolutamente dominado y cayó precisamente ante uno de los peores equipos de la temporada. El famoso Boro, que llevaba 14 partidos consecutivos sin alcanzar un triunfo y que en los últimos cinco partidos no había podido anotar, adquirió oficio y se llevó un partido casi sin sufrir ni un minuto.
Todavía resulta difícil poder explicar cómo un equipo puede realizar una tarea tan prolija en el Santiago Bernabéu y, casi con la misma formación, puede sumergirse en tal miseria futbolística, ante un rival sensiblemente inferior.
Ni siquiera la inclusión de Steven Gerrard en el once inicial sirvió para que los de Anfield pudieran interpretar los códigos del partido. La visita jamás encontró la manera de quebrar las dos líneas bien defensivas dispuestas por Gareth Southgate y falló en la defensa.
Xabi Alonso estuvo impreciso. Carragher, demasiado fastidioso. Ryan Babel un fantasma y Kuyt, un espectador de lujo. El equipo 'Red' estuvo desaparecido en todas sus líneas y jamás supo reaccionar ante la desventaja en el marcador.
Después de un disparo aislado de Gerrard, que fue desviado a tiempo por el denesa Huth, llegó el primer tanto del partido. Downing envió un tiro de esquina desde la derecha, el balón rebotó directamente en la cadera de Xabi Alonso y se dirigió hacia la red, ante el esfuerzo estéril de Pepe Reina. El centrocampista español estaba tan preocupado en no perder la marca, que perdió de vista al esférico y así lo pagó.
A pesar de la desventaja, los de Rafa Benítez jamás reaccionaron. De hecho, la situación más peligrosa fue generada en los primeros minutos de la segunda parte. Gerrard le cedió una gran asistencia a El Zhar, quien desvió el disparo por encima de la portería, de un modo increíble.
Mientras tanto, el escolta del United comenzó a generar espacios en su desesperación por alcanzar la igualdad y los dueños de casa supieron aprovechar el riesgo del rival.
Así, a los 63 minutos se consiguió un 2-0 que ni las apuestas mas utópicas pudieron predecir. Aladiere desbordó por la derecha y envió un centro por lo bajo, ante la llegada de Tuncay Sanli, que definió con un derechazo cruzado.
El segudno tanto fue la sentencia definitiva para el Liverpool, que jamás reaccionó y continúa observando como se le escapa un nuevo sueño de título de Premier.
Ahora, el equipo Red le dejó el camino abierto al United para que consiguiera una ventaja de 10 puntos. El Boro le dio una lección al conjunto dirigido por Rafa y le envió un mensaje al Real Madrid: en el fútbol, todo es posible.
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