Un convincente Liverpool y un desastroso Newcastle. El golazo de Gerrard junto a los tantos de Kuyt y Babel, meten a los Reds en Champions a expensas de lo que ocurra en la jornada. Los locales, con la hinchada criticando su poca ambición, ni siquiera dispararon a puerta.
Newcastle-Liverpool (0-3)
Decía Rafa Benítez estos días que iba a necesitar recuperar moralmente a Gerrard, capitán con Inglaterra en el caótico choque ante Croacia que ha dejado hundido al fútbol inglés. Esa sensación expandida en esta jornada tenía al icono Red como principal termómetro para saber hasta donde llega ese daño pero su técnico, más allá de rotar en medio campo con la entrada de Lucas Leiva y Sissoko, además de la entrada de Kewell, no lo hizo con Steven. Cuestión de confianza, desde luego. Cuestión de crack.
St.James Park, como siempre hasta la bandera, necesitaba recuperar sensaciones positivas tras varios pasos atrás que lo han colocado en mitad baja de la tabla. Allardyce no ha logrado cambiar la dinámica de equipo sin ideal que acompaña a los Magpies desde años atrás y el partido pronto pasó a ser plenamente físico, con muchos balones divididos e imprecisiones. Es decir, al gusto local.
Pero si hay alguien que en ese fútbol de carácter y garra se mueva como pez en el agua, ése se llama Gerrard, que en una falta lejana, con toque previo de Leiva (adelantado por cierto), hizo parecer que lo de golpear violentamente a la pelota hasta que alcance la red a pura potencia, es algo habitual. El capitán disparó con todo y Given nada pudo hacer. Unos instantes antes, el meta irlandés sí blocó un aviso del propio Gerrard, que no dudó en repetir con éxito.
Justo antes del descanso, una acción defensiva lamentable de las Urracas, con varios fallos en cadena y Given fuera de arco, pudo dejar el segundo. Torres, sólo para empujar y sin portero, la estrelló en al poste. Sin embargo, no haría falta esperar demasiado porque en los primeros instantes de la reanudación, Kuyt, siempre con grandes movimientos, sólo tuvo que empujar tars toque de Hypia en un saque de esquina.
En mitad de los cánticos críticos de la afición local con sus hombres, que dieron un espectáculo deprimente y con Allardyce sin saber donde meterse para evitarse tal chaparrón, Babel acertó tras combinar con Gerrard. Sin embargo, Torres erraba una vez tras otra sus ocasiones, algunas muy claras. Gracias le darán los norteños, porque sólo eso les evitó una goleada de escándalo.
Y así, sin disparar ni una sóla vez a las manos de Reina y dejándose llevar entre la comodidad de la zona templada de la Premier, uno de los mayores equipos en presupuesto y afición, despercidia una temporada más. Ya van unas cuentas más de las previstas.
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