martes, 22 de enero de 2008

El que perdona....

Liverpool-Aston Villa (2-2)

Cuando una semana pasa totalmente inadvertida del plano deportivo y se centra en los problemas de su entorno, las consecuencias pocas veces serán positivas. Algo así viene sucediendo en los Reds durante las últimas jornadas y sólo hacía falta ver el cúmulo de pancartas en contra de los propietarios (Hicks y Gillett), para constatar que en Anfield están dejando a un lado la enorme distancia que ya tienen respecto al título (grosso error).













Deportivamente, las bajas de Finnan y Riise eran mínimas comparadas con las de un Aston Villa que llegaba enrrachado, crecido y con fe en sacar algo positivo, aunque con dos bajas sensibles como las de Carson y Barry.

Aunque al choque le costó coger ritmo, el Liverpool comenzó a sitiar por minutos a su rival y apenas había metido un ritmo más alto cuando Kuyt sacó un pase sublime que rompió la zaga villana. Benayoun remachaba en dos tiempos la asistencia y con la ventaja, llegaron las ocasiones. La facilidad con la que enganchaban el medio campo y la delantera, permitía recuperar muchos balones y presionar muy arriba, con lo que una vez tras otra, la defensa visitante tenía que achicar agua constantemente.

Toda la inoperancia que había mostrado el Aston Villa, totalmente decepcionante, se transformó en corazón y coraje a raudales. Kuyt, Torres o Kewell, pudieron lograr el segundo tanto que hubiera cerrado el partido pero, como tantas veces se ha visto esta campaña para desgracia del Liverpool, iban pagarlo caro.

En una de las facetas estrella del conjunto de Martin O´Neill, el balón parado, se prodigó una vez más el efecto revolucionador de los de Birmingham. Primero con una chilena de Harewood (acababa de ingresar) tras un primer toque del siempre peligroso Lausen (seis goles para un defensor y todos a balón parado) y apenas dos minutos después, con un nuevo balón al área que Mellberg logró contactar para que Fabio Aurelio la mandara, sin querer, a su red. Remontada estelar con la fuerza como protagonista pero con la fe como telón de fondo ya que O´Neill no tiró la toalla con los cambios y tuvo premio.

Benítez tiró de Babel y Crouch y a pesar de sí tener algún acercamiento, la cabeza no estaba para creatividad y la tensión iba en aumento. Cuando todo se daba por perdido, otra jugada a balón parado donde Bouma falló y dejó una segunda opción, valió un remate complicado del propio Crouch que valió un punto. Ese mal, menor peor insuficiente, deja a los de Benítez con los mismos puntos que los villanos, pero con un déficir enorme respecto a un título que no llegará tampoco este año.

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